Cuando una persona es diagnosticada con una enfermedad grave, la misma recibe un golpe emocional enorme que
impacta de una manera terrible, desorganizando y hasta derrumbando su vida como
así también la de su familia.
Desde el inicio de la enfermedad se enfrenta a múltiples duelos, similares
a los que sufre una persona que ha perdido a un ser querido:
- El primer duelo es la asimilación de la pérdida de la salud. Es una situación traumática y difícil de digerir ya que la noticia irrumpe de manera sorpresiva y se asocia inevitablemente con la muerte. Por lo que la persona enfermedad debe sobreponerse al impacto del diagnóstico y afrontar los tratamientos médicos como un verdadero héroe. Aquí empieza un momento personal y único en el que todo se relativiza, la persona enferma empieza a priorizar sus objetivos en la vida y le da valor a lo realmente es importante para la misma. El primer paso que debe superar es la recuperación de la salud y para lograrlo debe utilizar todos los recursos que tenga a disposición. En este sentido la familia y los allegados tienen un rol importantísimo que cumplir, inicialmente hay una gran movilización emocional, se presentan sentimientos de angustia, irritabilidad, incredulidad y desesperación.
- El segundo momento de duelo del cual debe procurar sobreponerse es del impacto del diagnóstico y reorganizarse para lograr un adecuado afrontamiento a la enfermedad. Encontrar esta fuerza especial que lo motivará a seguir adelante para recuperarse es un paso más que decisivo . Para éstos casos las intervenciones sicológicas se dirigen a orientar y disipar la confusión que tiene consigo mismo en total función al vínculo que tiene su cuerpo con su entorno. Es importante trabajar con una red de apoyo moral y afectivo, en este caso cuando la familia es pequeña o distante la red se extiende a quien esté disponible y sobre todo más próximo al enfermo, como son los vecinos, compañeros de trabajos, amigos, etc.
La capacidad de afrontamiento de la persona y de la familia para lograr
sobreponerse dependerá tanto de los recursos internos como externos, esto se
refiere directamente a su ambiente y del significado que enfermedad represente
para el mismo, así como los tratamientos que tenga que sobrepasar.
Asimilar una enfermedad grave o
terminal es un momento de mucha intimidad, donde el acompañante debe ser
respetuoso y no invasivo, siguiendo más que nunca al paciente como guía. Es muy
importante la presencia continua del acompañante, así como los gestos y el
lenguaje corporal más que las palabras de aquellas personas que rodean al
enfermo. Es un momento emocional y espiritual intenso, va más allá de la
evolución que tenga la enfermedad, toda la existencia cobra un nuevo sentido que
supera la dimensión de la personalidad, está presente la dimensión espiritual y
aparece la elevación de la conciencia. La enfermedad puede convertirse en un
momento privilegiado para tomar conciencia del estilo de vida que está llevando,
son oportunidades extremas de superación personal.
Sin embargo no todos los enfermos
graves logran aprender en esta etapa de su vidas, las posibilidades una
superación personal depende de cada caso; algunas personas pueden crecer
significativamente y otras utilizan los beneficios secundarios de la enfermedad
que los aqueja, como por ejemplo algunos permisos laborales que adquieren por
estar enfermas.
Las personas enfermas pueden lograr verdaderas conquistas mientras
afrontan la enfermedad pero la pierden inmediatamente después de recuperar la salud.
Enfermarse gravemente implica siempre una crisis en la vida tanto en el sentido desequilibrio o dificultad
tanto de cambio u oportunidad, dependerá de cada uno saber afrontarlo. Conlleva
a una aceptación de los hechos para rearmar su vida mejorando el estilo
anterior, sobreponiéndose al hecho que puede morir logra un entendimiento
diferente a los demás sobre el valor de la vida misma.
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